El cambio de uso de estas oficinas a museo se presenta como una oportunidad para trabajar en este conjunto de tres edificios diversos, que a lo largo de los años ha ido cambiando mediante agregaciones y ampliaciones. Proponemos ordenar, clarificar y poner en valor cada uno de ellos derribando los elementos adosados para poder mostrar cada construcción aislada, reflejando así, su personalidad, su historia y su lenguaje. Los hemos llamado: La casa, la galería y la nave.
Se propone un centro donde unificar los accesos. Un nuevo lugar de fuerte presencia, centro y paso al mismo tiempo, umbral entre el interior y el exterior, lleno de luz y vestido de materiales cálidos y naturales. Lo hemos llamado la plaza.
La plaza es un espacio estratificado. A nivel de suelo un perímetro de adoquines marca y resigue el espacio central, mientras los márgenes se extienden adaptándose a cada espacio usando terrazzo. A nivel medio unos lienzos de enlistonado de madera delimitan el contorno y a la vez ocultan los espacios técnicos. Hacia arriba una gran celosía de vigas blancas pautan y tamizan la luz.
La casa: Antigua casa burguesa de los años 40 con proporciones domésticas y arropado en el lenguaje de la arquitectura clásica. Se aprovecha esta condición historicista para ubicar el peso de la historia del museo: El inicio de la compañía.
La galería: Edificio racionalista diseñado por el arquitecto Ponseti en 1970. Su estructura de paredes de carga paralelas permite adecuarlo como si fuera una galería de arte, abriendo pasos en enfilade , y creando una nueva circulación cerrada. Acoge la historia moderna de la compañía. Espacio flexible y reconfigurable.
La nave: Antiguo edificio industrial, de construcción muy sencilla, pero con un gran potencial gracias a su gran altura y a una cubierta a dos aguas con cerchas de madera. Se propone un espacio polivalente, con distintas posibilidades de uso y apto para colocar grandes piezas centrales.
Fotografías: José Hevia