El complejo de “Aigües de Vilajuïga” no puede entenderse sin la presencia del agua que fluye bajo tierra. Un acuífero de agua carbonatada que desde 1904 nunca ha dejado de manar. Los Pozos y las construcciones que puntúan el terreno son el reflejo de este mundo subterráneo.
¿Cómo hacer evidente algo que ocurre bajo tierra?
El encargo preveía la puesta a punto de las instalaciones de la fábrica, los pozos, y los almacenes, así como la adición de nuevos usos: aulas de formación, espacios expositivos y oficinas.
En la superficie preferimos no construir de más para preservar la atmósfera del lugar. Valorar lo que el tiempo había ido olvidando y quizás por ello había permanecido: Una antigua masía de 1800, unas pequeñas cuadras, un edificio modernista… Limpiamos, ordenamos, descubrimos y nos enamoramos de cada detalle.
Bajo tierra actuamos de forma distinta. Quisimos acercarnos al agua, sentir la experiencia de entrar en la profundidad del terreno, descender, descubrir el agua en su medio, hacer literalmente visible lo invisible.
Fotografías: José Hevia